Morelia, Michoacán, 26 de noviembre de 2024.- La declaración del gobernador Alfredo Ramírez Bedolla en torno a la posible imposición de aranceles del 25% por parte de Estados Unidos a México y Canadá evidencia las tensiones crecientes en la relación comercial entre los tres países. Sin embargo, el discurso político debe ir más allá de las advertencias y apelar a acciones concretas que defiendan los intereses de las regiones afectadas.
Ramírez Bedolla destaca el impacto económico directo que tendrían estos aranceles en productos clave como el aguacate michoacano, con potenciales pérdidas millonarias y costos adicionales para los consumidores estadounidenses. Aunque estas cifras son contundentes, se echa en falta una propuesta estratégica desde el estado para diversificar mercados y reducir la dependencia del vecino del norte, especialmente ante amenazas recurrentes de proteccionismo.
Por su parte, la presidenta Claudia Sheinbaum opta por el diálogo como solución. No obstante, el reto radica en equilibrar la diplomacia con medidas que salvaguarden la economía mexicana frente a un eventual colapso comercial. Apostar exclusivamente por la negociación podría ser insuficiente ante la naturaleza volátil de las políticas de Donald Trump, que han demostrado estar guiadas más por cálculos políticos que por pragmatismo económico.
El gobernador también aborda problemas de fondo como la migración y el narcotráfico, subrayando la necesidad de soluciones conjuntas. Sin embargo, este enfoque parecería diluirse en medio de la incertidumbre comercial. Si bien es esencial abordar las causas estructurales, el panorama exige medidas inmediatas que protejan a productores, trabajadores y consumidores en un contexto de posible crisis.
En conclusión, el llamado al diálogo, aunque necesario, debe complementarse con políticas internas que fortalezcan la economía regional y nacional. México no puede quedarse en el terreno de las advertencias: es momento de una estrategia que combine negociación con preparación para un escenario adverso.
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