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Preocupante escalada de violencia en Michoacán: atacan con drones explosivos la cabecera municipal de Benito Juárez

  • Foto del escritor: Altorre
    Altorre
  • 10 jun
  • 2 Min. de lectura

Benito Juárez, Michoacán – La violencia en Michoacán continúa alcanzando niveles alarmantes. Este fin de semana, la cabecera municipal de Benito Juárez fue blanco de un ataque perpetrado por grupos delictivos que utilizaron drones para lanzar explosivos, una estrategia cada vez más común en el arsenal del crimen organizado en la región.

Los reportes de detonaciones en la zona activaron una respuesta inmediata por parte de las fuerzas de seguridad. En un comunicado oficial, se informó que “derivado de los reportes que alertaron sobre las detonaciones de artefactos explosivos en la cabecera municipal de Juárez, establecimos un dispositivo de seguridad en la zona, en coordinación con autoridades de los tres órdenes de gobierno”. Aunque no se reportaron víctimas civiles ni policiales, el hecho ha generado una profunda inquietud entre la población y pone en evidencia el creciente poder de fuego y capacidad operativa de los grupos criminales que operan en Michoacán.

Este tipo de ataques, con tecnología que anteriormente parecía exclusiva de conflictos internacionales, se ha vuelto recurrente en varias regiones del estado. La utilización de drones para lanzar explosivos representa no solo una amenaza directa a la seguridad de las comunidades, sino también un desafío técnico y logístico para las corporaciones policiacas y militares.

A pesar de que las autoridades han anunciado un reforzamiento de las labores operativas para dar con los responsables y restablecer la tranquilidad en el municipio, la realidad es que muchos ciudadanos viven bajo el temor constante de una violencia que no cede. La capacidad del Estado para garantizar la seguridad en territorios cada vez más vulnerables está siendo severamente cuestionada.

La situación en Benito Juárez es solo una muestra más del panorama crítico que atraviesa Michoacán, donde la normalización del uso de armas de alto poder, bloqueos, extorsiones y desplazamientos forzados amenaza con romper por completo el tejido social.

Mientras tanto, las promesas de paz y justicia siguen siendo insuficientes frente al creciente control que las organizaciones criminales ejercen en amplias zonas del estado. La pregunta que flota en el aire es dolorosa pero urgente: ¿cuánto más puede soportar Michoacán?

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